Interludio dominical...

Quiero alimentarme de ti, de tus letras que se transforman en las mías y en tu cuerpo en mi libreta, sola sobre la cama, abierta...

...¿Dónde la paciencia se detuvo para susurrarme al oído tus deseos y sueños de caminos cortos y puertas entreabiertas? ¿Dónde me encontraste?

Mientras mis dedos se tragan íntegros tus poros y tus ojos se pierden en el brillo de un rostro eléctrico que no es el mío pero tiene mi voz...

...¿Es aquel el bote en que caímos por la orilla del mundo hasta este nuestro propio paraíso entrópico?¿Aún tienes los boletos con nuestros nombres?

Tu sonrisa se abre al tacto y se evapora como un gemido exhausto al final de un día de juegos inocentes en el viejo edén que construimos lejos de la mirada de todo dios y todo diablo...

...¿Cuando estás estamos seguros que no sabemos decir mucho más que lo que los ciegos leen?¿Cuándo aprendimos a tocar, abrir y cerrar nuestras puertas?


Quemas
¿Qué más?
¡Qué más!