lunes, 9 de junio de 2008

Una noche como todas.

En perfecta oscuridad y tumbado en una cama vieja, recurro a ver siempre hacia las estrellas atrapadas por las arañas de mi techo.

Siempre tiene cosas curiosas; sombras, caras que se forman con un suspiro de luz.

A veces me hablan de historias espectrales, me dicen verdades y escupen las campanadas mundanas que pronto serán el alimento del vulgo.

Van haciendo figuras menguantes: Mujeres, niños, animales que comienzan a bailar devorándose mis nervios.

Bebop.

Todo el cosmos se refleja en el techo. Falta apagar las luces para comenzar el cabaret.

Mi cabello me canta simétricas poesías al oído en lenguas romances. Mis dientes rezan al vacío de su propia fé.

A veces los rostros en el techo se muestran amigables y comienzan a decirme cosas…

Que los espejos siempre mienten, que yo no soy como me veo, que para verme necesito sentirme y al sentirme seré un muerto.

Cuando paso por un espejo me veo como una ave con escamas de reptil.

En verdad… jamás había reparado en ello.

En medio de la noche escucho a los perros que destrozan sus vientres ahuyentando a los espectros.

¿Alguna vez se irán los fantasmas que habitan en mi zaguán?

Las arañas se cuentan miles de tropos mientras costuran los ojos de una cigarra sobre mis estrellas.

Las caras en el techo oierden el sueño y las manchas se vuelven difusas.

Un cigarrillo por los que aún pensamos en los muertos.

2 comentarios:

zarcophagus dijo...

Un cigarrillo por los que estamos muertos :)

Anónimo dijo...

bueno muy bueno me gusto bastante si eh estado ahy bueno nomas ke yo no fumo! jaja Juninho dasouza no acabo de entenderle a esto de publicar Zarco alivianame o dame unas lecciones jaaj